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Fernanda Ramo es corredora, la historia de una maratonista

Fernanda Ramo corredora

A todos nos gusta correr, lo hacemos por el puro gusto, por estar en forma, por bajar de peso, para relajarnos, por mil razones. Pero que pasaría si un día nos dijeran que no volveríamos a correr, incluso a caminar, que estuvimos cerca de morir y ni hablar de hacer eso que nos gusta tanto, eso que nos mantiene vivos y plenos.

Esa es la historia de Fernanda Ramo, una joven corredora que conocimos hace más de un año en un Long Run en El Ocotal.

Ella corre, es rápida y muy determinada, su tiempo en el Maratón de Berlín en el 2010 fue de 3:46. El 28 de Mayo de 2011 después del Triatlón de Ixtapa sufrió un infarto cerebral y estuvo a unas horas de morir.

Fernanda, hace unos meses no podía caminar y el pronóstico de los doctores no era bueno, pero con el espíritu de una maratonista guerrera no solo logró caminar, en enero pasado completó un medio maratón en Miami. Ahora se prepara para el Maratón de Nueva York en Noviembre (ahí estaremos), busca calificar para Boston, seguro lo logrará.

Aquí su bella y motivante historia escrita por ella, la pueden seguir en Twitter @FerciRare.

La historia empieza y termina así… Eres corredor.

Eres corredor. Me lo repito ciento de veces. Cierro los ojos y en voz baja, o quizá inaudible,   pronuncio “soy guerrera” “no te des por vencida” “enfocate” “no mires atrás” “no temas”. O quizá no soy yo quien lo está pronunciando. Quizá es mi cabeza. Quizá es el corazón. Mas bien, quizá, sea una conversación entre los dos. Sí, es eso. Mantengo los ojos cerrados para no desorientarme, y miro hacia donde puedo encontrar calma, en mi interior.  Entonces yo callo y solo escucho que me dicen en tercera persona… “Tú puedes, eres corredor”.

Finalmente, convencida de que lo que estoy viviendo no es una pesadilla decido tratar de clarear mis ideas. Me repito al son de lo que me dictan, soy corredor. Y con esa mente empiezo a hacer juegos. Cuento del 1 al 100. Del 100 al 1. Vocales. Consonantes. Meses del año. Días de la semana. Y empiezo de nuevo. Me desconcerté y pienso ¿Qué me pasa?

Hasta hace unas horas era capaz de poner un pie delante de otro, corría sin otro límite más que el que yo decidía ponerme en mi cabeza. En este momento el límite me lo ponían primero mis piernas, después mis brazos y después mis ojos. NUNCA la mente ni el corazón.

De un momento a otro mi vida cambio. Estaba postrada en una cama, en el Hospital de la Marina en Ixtapa un 28 de mayo de 2011. El diagnóstico inicial fue una deshidratación por un triatlón. Después de una noche en vela practicando los juegos de mente que platicaba y sin una leve mejoría empiezo por hacer una lista mental de las cosas que pueden pasar, valorarlas y entonces decido emprender mejor suerte volando a  la ciudad de México. El diagnóstico final: un infarto cerebral. El pronóstico, de lo menos alentador.

Quizá por sorpresa o quizá por poco conocimiento, o más bien nulo conocimiento, del tema, en los primeros momentos que viví esta experiencia no podía pensar gran cosa. Solo observaba lo que me sucedía y las reacciones de la gente a mi alrededor. Buenas y malas. Pase de la incredulidad, al temor, al miedo y, finalmente, al terror. Y en ese momento es cuando me derrumbo.

-¿Me voy a morir? –

Los doctores me dicen que no, que estuve en la fina línea de platicarlo y no.

–    ¿Cuándo voy a volver a tener control de mi cuerpo? ¿Cuándo caminaré? Y entonces, mi corazón y mi mente me empujan a preguntar: -¿Cuándo correré?-

Ante la negativa y la respuesta poco conclusa (entendible) de los médicos decido y mi mente le recuerda a mi cuerpo, “eres corredor”.

Y así fue como emprendí la carrera más difícil de mi vida. Porque fue una carrera de mi exterior contra mi interior. De mi ser contra lo que solía ser. De los miedos contra los los anhelos. De quedarme conforme o recordarme y revivir eso que tengo en el corazón. Eres corredor.

Las razones exactas por las cuales empece a correr honestamente no las recuerdo. Pero sí recuerdo preguntas que me hice, ¿tengo la capacidad? ¿por dónde empiezo? Y la respuesta después de estos años es, si tienes el deseo y el valor de intentarlo, eres corredor. Todos en potencia lo somos. Simplemente no hemos tenido el valor de retarnos. Nuestros miedos nos recuerdan las razones por las cuales no lo lograremos. Si logramos callarlos, entonces encontramos en nosotros el motor del corredor. El anhelo. El deseo. El aferrarte. El no permitirte vencer. Nada de los factores determinantes para iniciar y continuar en esta carrera, valga la analogía, son físicos. Y sino me creen, vean mi historia, porque para muestra basta un motor. Contra todo pronóstico lógico y físico, logré recuperar el dominio de mi cuerpo y tener la libertad de poner un paso frente al otro. Volver a correr y volver a vivir. Ahora más intensamente, y como me gusta decir, loca pero feliz. Hoy, habiendo corrido medio maratón en Enero de 2012, mi nueva meta es el maratón de Nueva York rompiendo mi propio PR de 3:46. Y si se puede, porque no, calificar a Boston.

Mi mejor motor fue esta constante conversación de corazón, mente y anhelo que me impulsaban a levantarme cuando me caía. Que me recordaban que para retos en la vida es terminar un maratón. Y que la victoria ante cualquier adversidad inicia en uno mismo.

Y no existe motor sin gasolina que sin duda fue la gente que estuvo Y ME APORTO a mí alrededor. Mi familia, mi loquita Arleenn, amigos , mi Benja. También tengo que decir que nada de lo que viví y superé hubiere sido posible sin mis médicos, Dr. Leon Ylgowsky y Dr. Elie Skromne y, un reconocimiento especial a mis amados terapeutas del Hospital Ángeles Interlomas. Todos ellos fueron ángeles que me guiaron en este andar. Un reconocimiento muy especial a cada uno de ellos.

Un amigo (no corredor) un día me preguntó que ¿cuántos kilómetros hacían falta que corriera para llegar a mi destino final? Mi respuesta fue contundente. Yo no corro para llegar a algún lado, yo corro para alejarme de dónde partí.

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Porque estoy convencida que desde que me puse los tennis decidí emprender un camino de un solo sentido. Un camino que no permite vueltas en “U”. Un camino sin atajos. En donde cada cuesta, cada piedra y cada metro me hacen más fuerte.

Y de las razones que en ese camino me encuentro para seguir adelante y para motivarme cuando quiero parar, son:

Correr porque no quiero volver a ser la mujer que fui,
Correr para que mis demonios y mis miedos nunca me alcancen,
Correr porque el aire frío en los pulmones me recuerdan que estoy viva,
Correr porque cada paso me recuerda cuan fuerte soy y es mi cuerpo,
Correr porque mi premio es ver el amanecer,
Correr porque cada pisada me recuerda que NUNCA debo perder el suelo,
Correr porque en el latido del corazón encuentro las respuestas que la vida no da,
Correr porque mientras soy corredor, nadie (ni yo misma) me juzga.
Corro por mi desayuno, por mis antojos y por verme cada día mejor.
Corro porque la colección de medallas y tennis se vuelven como heridas de guerra, con historias de victoria que me recuerdan cuan fuerte soy.

Hoy cuando alguien quiere empezar en esta aventura y me preguntan dudosos si considero si pueden correr, o si pueden correr determinada distancia, mi respuesta invariablemente es: Si tienes el deseo y la cosquilla en el corazón, no lo dudes, ERES CORREDOR! Vence el miedo y las excusas de lesiones. Percibe ese deseo en tus piernas. Escucha lo que te dice el corazón. Recuérdalo. No lo olvides. TODOS PODEMOS y SOMOS CORREDOR.

6 COMMENTARIOS

  1. Estimada Fernanda: Recibe mi admiracion y respeto!!!! Tu espiritú valiente y tu historia deben ser reconocidas, creo que debes esparcir tu ejemplo….!

  2. Dicen que cuando el trabajo se hace por placer deja de ser trabajo, posiblemente sea algo parecido con el ejercicio, hay que encontrarle el placer si no a la larga termina por cansar y abandonar.

  3. Dicen que cuando el trabajo se hace por placer deja de ser trabajo, posiblemente sea algo parecido con el ejercicio, hay que encontrarle el placer si no a la larga termina por cansar y abandonar.

  4. Que bella historia la tuya Fernanda y aunque yo no soy corredor, (únicamente me gusta caminar y ejercitarme) sin duda tu historia es motivante. Dios te bendiga y te de fuerzas y sobre todo salud para que continúes haciendo lo que tanto te gusta.

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